Los espejos venecianos
Ficha Técnica
Autor: Joan Manuel Gisbert
Adaptación: Virginia Jaichenco
Colección: Alandar
Editorial: Edelvives
Año: 2009
134 p. /ISBN 987-1348-80-0
Contratapa
Las estancias solitarias y llenas de
misterio de un deshabitado palazzo de Padua van a ejercer una irresistible y
profunda fascinación en un joven estudiante. La leyenda de Beatrice Balzani,
“la que nunca murió”, una mujer que desapareció sin dejar rastro y que abandonó
la existencia envuelta en la niebla del misterio, vive en el recuerdo de todos
los habitantes de la ciudad. Su invisible presencia influirá de manera decisiva
en los hechos de esta obra.
Mi opinión
Si
quieres leer una novela juvenil en el que el protagonista es un joven
estudiante de letras napolitano, que viaja desde su ciudad natal hasta Padua,
para asistir a un curso de documentación histórica impartido por el ilustre
profesor Giacomo Amadio, y en el que rápidamente se involucra en una misteriosa
historia que nadie hasta ese momento ha podido desentramar, en el que los
sucesos ocurren dentro de una estancia italiana, los espejos venecianos son los
testigos, y todo en el marco del año 1792, esta es tu novela.
Giovanni
Conti es el nombre del joven estudiante que será capaz de hallar pistas que lo
llevarán a descubrir un enigma de la ciudad de Padua. Al llegar a la ciudad,
Giovanni no encuentra hospedaje, excepto en una casa que ofrece en alquiler una
anciana llamada Alessandra, que está situada al lado de un interesante palazzo
abandonado: el palazzo Balzani.
Desde
un primer momento, Giovanni quedó cautivado por este imponente edificio, decide
averiguar más sobre el mismo y sobre la familia que lo ocupó. Por suerte, no
estaba sólo, contaba con sus compañeros de estudio Lena y Paolo. Junto a ellos
descubre que los Balzani fueron ricos hombres de negocios, y que tuvieron un
enemigo conocido: un astrólogo, quien les había lanzado una maldición que los
condenaba a morir solos y en la miseria.
Beatrice,
última descendiente de esta familia, desapareció sin dejar rastros, sin que
nunca nadie más supiera nada de ella. Desde
entonces, se la conoce en la ciudad, como “la no muerta”.
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